sábado, 16 de junio de 2007

Del paraiso a la paz




Después de varias semanas de correr detrás de un puma y de dar platanos pelados a los monos en un paraiso ideado por hombres para los animales, hemos decidido movernos a La Paz sin haber terminado nuestro periodo en Villa Tunari y en el Parque Machía.

Las razones principalmente han sido tres:
- Luiza no estaba del todo contenta con la función que realizaba en el parque. No se sentía de provecho en el mismo.
- Ambos no creíamos en un proyecto, que en un día en el que estaba sensible de más, califiqué cómo un lugar donde están jugando a ser Diós.
- La Furia (Ibarretxe en mi amado Londres) pasaba por las cercanías y quería vernos.

Finalmente, el pasado viernes cogimos el autobus otra vez hacia las alturas, a los 3600 metros de La Paz. La capital administrativa de Bolivia es una ciudad encerrada en un pequeño valle. De hecho desde todos los puntos de la misma se pueden ver los edificios de ladrillo construídos en las laderas del mismo o los nevados picos de las montañas cercanas. Es una ciudad de un ritmo intenso. El pito es el sonido que más se escucha, junto a los maravillosos temas de los Kjarkas utilizados como banda sonora contra la equivocada decisión FIFA de vetar la practica del futbol en la altura. "Cuanto cuesta, cuanto vale; mi amor..." Todo un delirio para los sentidos.

Hoy mismo al mediodía nos hemos reunido con Uría y nos hemos ido de compras al mercado de las Brujas. En la misma zona de la calle Sagasta están todas las agencias para reservar un asiento en la bici para realizar el descenso a Coroico por la carretera mas peligrosa del mundo. En un par de días vereis si con las bicicletas con disco de frenos y suspensiones hasta en el asiento, hemos conseguido sobrevivir.

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