miércoles, 31 de octubre de 2007

"Oloroso avión"

Una chica nos dijo durante el viaje (más concretamente en Bolivia), que hace un tiempo se pasó unos meses en Africa. Cuando llegó le llamaba la atención la suciedad (además de otras cosas), no podía lidiar con ella e incluso a veces no comía. Lo que más le quitaba el sueño era el olor de la gente. Una vez de vuelta, en un avión interno, tuvo un momento de reflexión. A pesar de que estaba rodeada de africanos, no notaba su olor. De hecho ya eran varios días en el que no tenía ningún tipo de reparo en ese sentido. Se sintió reconfortaba por el hecho de haber superado una fobia y una barrera que en un principio se había autoimpuesto.

Mas cuando ya le tocó coger el avión que le llevaba a Estados Unidos se dió cuenta de la diferente realidad. La gente de su alrededor perfumada, con ropa limpia le miraban por su aspecto y su pestilencia. Las lagrimas de su madre por la llegada le hicieron ver lo mucho que le habían echado de menos y lo haraposa que iba.
Creo que esta es una buena moraleja para toda nuestra historia. Nosotros oliamos mal pero que nos importa. Nosotros viajabamos haraposos, pero no nos importaba. Con una barba "navideña" en mi caso, pero hasta casi me gustaba. Esa fobia yo nunca la había tenido pero esa barrera en muy pocos casos pudo caer. La barrera autoimpuesta de la cultura o de la nacionalidad o de la regionalidad.

En el avión, sentíamos que habíamos dejado nuestras numerosas esperiencias, interesantes personajes y mucho aprendizaje atrás. Que volvíamos a lo de antes pero con una nueva perspectiva y comprensión. Todo lo que vimos nos gusto y nos enseñó. Porque tenemos que hacerlo, por pura obligación, es por lo que lo dejamos atrás.

Pero no está tan atrás. Finalmente nos convertimos en ellos sin habernos convertido. Ahora ya no perteneciamos a ninguno de los dos mundos: ni a la "olorosa" (siguiendo el ejemplo anterior) latinoamérica, ni a la "limpia" Europa.

Ahora habrá que aprender a vivir con lo que hemos visto y con todo lo nuevo que hemos recabado. Nadie ha dicho que será fácil.

lunes, 29 de octubre de 2007

La pereza y el fin del viaje

El fin del viaje está cerca y la pereza embarga las pocas energias de las que disponemos. La belleza de los parajes en los que hemos estado estos ultimos dias nos ha embaucado, pero no ha causado la típica reacción que ha sido usual en este viaje de visitar lo máximo posible en el poco tiempo que la vida nos ha ofrecido para hacerlo. El cuerpo sin energia fisica se resiente y necesita descanso. La mente con tantas circunstancias nuevas no recuerda lo antiguo, no recuerda de donde viene.

Nuestro paso por Palenque y Tulum ha sido efimero, no solo en tiempo fisico sino en aprovechamiento igualmente. En la primera parada, hicimos una visita obligada a las ruinas mayas de mayor interés fuera de lo que es el pensamiento comercial (en este caso serían las ruinas de Chichen Itza), las impactantes ruinas de Palenque. Mientras que el resto de los dias agonizabamos en nuestra habitación del hotel con un calor agobiante o con una lluvia (caian perros, gatos... cebras, elefantes...) que no nos dejaba salir al exterior.

Palenque se levanta en medio de la selva en un paraje de gran interés. Allí los habitantes antiguos formaron una de las grandes ciudades de la antigüedad. Y allí en ese mismo lugar dejaron su sello para que mas de mil años después, nosotros, pobladores del siglo XXI, sigamos adorando al pueblo que lo construyó.

Numerosas piramides de gran altura se levantan en este espacio destinado al recuerdo. Desde la altura de cualquiera de ellas se ve allá abajo la numerosa cantidad de gente que fluye entre las otras pirámides, pero también se ve la magnitud y grandeza de esta antigua capital y la extensa llanura que nos lleva hasta la peninsula del Yucatán, nuestro próximo destino y patria del pueblo Maya.

El autobús que nos trajo a Tulum ha sido el último de toda una larga lista y para no faltar a la tradición, no ha sido el mejor sitio para pasar la noche. Los asientos eran duros, el espacio reducido y caía del techo un flujo rítmoco de gotas de esa intensa lluvia que rellenaba el silencio de la noche.
Tulum ha sido momento de playa y de recuperar algo de fuerzas. La verdad es que hemos intentado hacer algo, como ir a Chichen Itza, visitar algún cenote, ver bien y cenar el Cancún o en Playa del Carmen (donde sólo estuvimos para compras unos recuerdos varios). Pero entre que la atraccion de un día en la playa era grande, nuestra poca intención de gastar un dinero que había ido menguando y la sensación de que la peninsula del Yucatán es un inmenso parque de atracciones increible generador de dinero, ha causado nuestra estancia casi exclusiva en el bonito pueblo de Tulúm y su playa.

jueves, 25 de octubre de 2007

Mexico and the supervillage where we almost get kicked!

We entered Mexico a few days ago and our first impression was good: clean, with beautiful vegetation and better bus places. I mean no more 5 people sitting on 3 places and definitely no more passengers looking like they have a terminal desease. Neat!

We headed towards San Cristobal de las Casas. Colonial city comparable to Antigua in Guatemala. Antigua wins the race as it looks much more local and not that touristic, but nevertheless San Cristobal is a very nice place. It has loads of colourful old houses and churches. Also they have mariachi with a fixed scheduale that you can also hire to sing for your own party/girlfirend, and the best part: bakerys with 100 different types of bread and deserts.

We arrived at night so that all seemed magical. I actually started feeling sorry that our trip was to end that soon and that we are not to visit that much of Mexico. I cooled down the next day when we had some bad experiences in the small village of San Juan Chamula's Sunday market. First we were asked to pay to enter the village's church. We tried to explain the locals that invited us to buy the tickets that it's wrong and it's a shameful thing to ask for money to enter God's house. They did not seem to understand anything and we left pretty upset. We sat down for a drink and tried to take a photo of the locals. Almost immediately we were sorrounded by a few men asking us to delete immediately the photo. No explanation whatsoever. Rude, rude, rude!!
I must say thogh that the church on the outside was very pretty and colourful. The inside was probably housing a mayan ritual or something like that. We will never know.

We got too upset to continue visiting the market so we left. Anyway, the market was for locals only. They had a few animals for sale, second hand clothes and other goods for the house. Really crowded and dirty, with children all over the place. We could barely walk around, it was that populated!!

So we went back to nice San Cristobal and enjoyed the rest of the day visiting and eating. Next day we headed to Palenque (the ruins).

domingo, 21 de octubre de 2007

Semana = días que existen entre mercado y mercado

Camisa blanca con rosas y tallos verdes estampados, un cinturón verde y rojo que sujeta su falda oscura; camisa morada con detalles en rojo y figuras poliédricas en negro y blanco; camisa roja con coloridos rombos en cuyo centro resaltan los tonos plateados acompañados de diversos dibujos en azul; la manta que lleva es verde, amarilla, azul, roja, morada; camisa florida de intensos colores sobre fondo rojo. Esta es la descripción de una foto que tengo delante de mí. Cuatro mujeres de muy distintas edades representadas por como visten. Este es el mercado de Chichitenango, COLOR.

Nuestra visita al mercado de Chichi (así llamado por los lugareños) venía precedido de gran espectación ya que nuestra visita al mercado de Otavalo (Ecuador) había causado muy buena impresión en nosotros. Así como Otavalo fue un resumen de todo lo visto en referencia a producto de toda la zona andina, Chichi será sin ninguna duda un referente en cuanto a gente. Con ello quiero decir que ni Chichi es como Otavalo si quieres hacerte con un buen regalo para la suegra, ni Otavalo es tan bueno como Chichi para ver las tradiciones y cultura que sus indígenas poseen.

Chichi en día de mercado es una amalgama de colores representados por su gente y sus puestos. Las mascaras, bolsos, complementos o hamacas (por citar algunos de sus productos) se amontonan sobre los lados bajo los toldos que nos protegen de la lluvia. Casi siempre mujeres como aquellas descritas en el primer parrafo rigen los puestos. Mantienen conversaciones en maya con sus vecinas hasta que la tez blanca de un turista les saca de sus chismes para decir "¿Que le ofresco?". Mientras mantas cuyo trabajado bordado, siempre en colores brillantes, caminan por el centro de la calle. Las mujeres que se situan bajo ellas han trabajado dos meses para confeccionar cada una. Seguro que también han tardado bastante para hacer esos trajes.

Sus abarrotadas calles llegan a la iglesia de Sto Tomás. De más de 400 años de edad, antiguo monasterio Dominico, Santo Tomás es venerada actualmente por fieles de muchas partes que vienen a buscar los intercesores entre hombres y fuerzas de la naturaleza para tener buenas cosechas y salud, quemando dentro de la iglesia incienso y candelas cuyo color describe lo buscado. Mientras las blancas significan salud infantil, las rojas el amor y verdes o azules prosperidad/dinero, las negras luchan contra el mal de ojo. Los chamanes queman incienso también sobre las 18 gradas exteriores (que representan los 18 meses de 20 días del calendario Maya) donde se amontonan las flores o el maiz (en la tradición maya el hombre nace del maiz) como ofrendas.
Nuestros pasos no se han separado de la actualidad maya ya que ese mismo día terminamos en un pueblo de la región Ixil-Maya llamado Nebaj. Allí pudimos observar la realidad indígena cuando no está en contacto directo con la globalización, ya que no hay muchos viajeros por allá. Nos agradó saber que no todo es circo entre los mayas.