La pereza y el fin del viaje
El fin del viaje está cerca y la pereza embarga las pocas energias de las que disponemos. La belleza de los parajes en los que hemos estado estos ultimos dias nos ha embaucado, pero no ha causado la típica reacción que ha sido usual en este viaje de visitar lo máximo posible en el poco tiempo que la vida nos ha ofrecido para hacerlo. El cuerpo sin energia fisica se resiente y necesita descanso. La mente con tantas circunstancias nuevas no recuerda lo antiguo, no recuerda de donde viene.
Nuestro paso por Palenque y Tulum ha sido efimero, no solo en tiempo fisico sino en aprovechamiento igualmente. En la primera parada, hicimos una visita obligada a las ruinas mayas de mayor interés fuera de lo que es el pensamiento comercial (en este caso serían las ruinas de Chichen Itza), las impactantes ruinas de Palenque. Mientras que el resto de los dias agonizabamos en nuestra habitación del hotel con un calor agobiante o con una lluvia (caian perros, gatos... cebras, elefantes...) que no nos dejaba salir al exterior.
Palenque se levanta en medio de la selva en un paraje de gran interés. Allí los habitantes antiguos formaron una de las grandes ciudades de la antigüedad. Y allí en ese mismo lugar dejaron su sello para que mas de mil años después, nosotros, pobladores del siglo XXI, sigamos adorando al pueblo que lo construyó.
Numerosas piramides de gran altura se levantan en este espacio destinado al recuerdo. Desde la altura de cualquiera de ellas se ve allá abajo la numerosa cantidad de gente que fluye entre las otras pirámides, pero también se ve la magnitud y grandeza de esta antigua capital y la extensa llanura que nos lleva hasta la peninsula del Yucatán, nuestro próximo destino y patria del pueblo Maya.
El autobús que nos trajo a Tulum ha sido el último de toda una larga lista y para no faltar a la tradición, no ha sido el mejor sitio para pasar la noche. Los asientos eran duros, el espacio reducido y caía del techo un flujo rítmoco de gotas de esa intensa lluvia que rellenaba el silencio de la noche.
Tulum ha sido momento de playa y de recuperar algo de fuerzas. La verdad es que hemos intentado hacer algo, como ir a Chichen Itza, visitar algún cenote, ver bien y cenar el Cancún o en Playa del Carmen (donde sólo estuvimos para compras unos recuerdos varios). Pero entre que la atraccion de un día en la playa era grande, nuestra poca intención de gastar un dinero que había ido menguando y la sensación de que la peninsula del Yucatán es un inmenso parque de atracciones increible generador de dinero, ha causado nuestra estancia casi exclusiva en el bonito pueblo de Tulúm y su playa.
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