domingo, 8 de julio de 2007

Tributo a la Pachamama (Madre Tierra)

"Hoy día 5, ha sido el dia que más cerca me he encontrado de Dios. Más bien de Jesucristo y su pasión. Mirando hacia el polvoriento camino sin poder levantar la vista debido a la energía que podía desperdiciar o por la desilusión que siempre me entraba al ver el camino restante, mis pies avanzaban debido a la voluntad de luchar por algo. El sol pegaba en mi nuca con un poder antes no experimentado y yo era incapaz de derramar una sola gota de sudor, por lo menos no llegaban a mi camisa. Yo no llevaba la cruz de todos vosotros pecadores, pero llevaba mi propia cruz, unos kilos de más. Aquel puente en la lejanía era mi redención, mi paraiso, el momento en el que este interminable descenso terminaba y el ascenso comenzaba".

Este era mi pensamiento unos minutos antes de iniciar una ascensión en la que ascendimos 1500 metros en 6,5 kms, que creo que fue mi paso por el infierno por igualarme en este escrito con un ente religioso de tanta importancia, y unas horas después de que se nos perdiera la mula que llevaba todo el equipaje (por suerte nuestro guía Samuel la recuperó en algún pueblo cercano). Esta mula se la alquilamos al señor juez del pueblo cuya oficina de trabajo se encontraba entre la cochina casa del cerdo y el lugar de residencia de nuestra acompañante animal.


Menos mal que la Pachamama interpuso su gran conocimiento ante el mismo Dios y me entregó lo que yo buscaba, ese desierto se convirtió en selva y el final del camino borró todo gesto de dolor de nuestras caras. Las ruinas de Choquequirao se encontraban ante nosotros majestuosas.


"Estoy en la plaza central de Choquequirao, y a la única persona que veo es a Luiza. Estamos tirados en el verde con el ruido del viento y el río cómo unicos acompañantes. Se respira un aire tranquilizador que nos embriaga, que nos baña. El pequeño arbol del centro de la plaza representa perfectamente lo que son estas ruinas. Él crece hermoso, colorido y con ese afán de vivir que sólo los más grandes poseen.

Viendo estas piedras sólo pienso en la oportunidad que se perdió por avaricia. La oportunidad de conocer a un pueblo muy desarrollado espiritualmente que hubiese aportado muchas cosas diferentes al afán de destrucción europeo o al capitalismo que reinará. Sólo pienso en aquellos incas que vivieron aquí y que eran capaces de sentir todos los días lo que yo siento ahora mismo: tranquilidad espiritual, devoción por lo que me rodea y gratitud".

Choquequirau, asentamiento inca ubicado sobre el río Apurímac, encierra un simbolismo particularmente significativo. Para los pobladores de su región representa el último bastión de resistencia indígena durante la conquista; para los viajeros extanjeros del siglo XIX era parada obligatoria, a pesar de la enorme dificultad de acceso; y para la flora y fauna del área es un santuario que alberga a diversas especies en vías de extinción. En la actualidad estas formidables ruinas reciben alrededor de 6000 visitas por año (los guias están dentro de este número), muy lejos de la nueva maravilla de la humanidad, Machu Pichu, que recibe entre 2000 y 2800 visitas diarias.




Después de 64 kms en 3 días, de bajar desde los 2900 hasta los 1500, de subir desde los 1500 hasta Choquequirao a 3100, y de realizar estas subidas y bajadas en sentido inverso; llegamos a Cuzco con cara sonriente. Habíamos resistido, primero al ataque de la muerte, luego al ataque de la voluntad y más tarde al ataque de nuestra falta de energía y habíamos terminado ganando. Habíamos visto una parte de la cultura inca que no muchos han visto (aunque lo verán porque se hará más y más conocidas) y el esfuerzo mereció la pena. ¡Vaya que mereció la pena! Como dijo un lugareño de Cachora, la caminata era más que haber hecho un maratón y todo por un tributo a la Pachamama.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Pujol, deja de mascar hoja de coca, de beber maté de coca y de subir 3000 para encontrarte con Dios!!
Necesitas una telepo urgentemente !!! ;-))))
Buen Viaje