lunes, 10 de septiembre de 2007

Botero y sus gordos

Después de nuestro paso por la tranquilidad, la no polución, el verde de los montes y la brisa que te rodea y te empuja a escribir; pasamos a la segunda ciudad en importancia de Colombia, Medellín, patria de los paisas y de los más conocido de entre ellos, Botero y Escobar (fallecido ya magnate del narcotráfico), con su tráfico, su polución y ese capa de calor que te rodea y te empuja a los lugares con aire acondicionado.

La verdad es que Medellín es un cambio muy positivo con respecto a Cali, por ejemplo. Sigue siendo gris (parece el destino de cualquier ciudad de este país), pero rebosa de modernidad y de arte. Todavía nos encontramos con muchos vendedores ambulantes que nos recuerdan que estamos en Sudamérica, pero el arte de Botero nos transporta a un momento de abstracción que nos empuja a ver su ciudad como sus obras, bellas pero gordas.

Y eso es lo que es Medellín, una ciudad bella si abstraes ciertas cosas. La gente es buena gente (como Raul que nos hospedó y nos trató muy bien; además con él recordamos lo que es la noche y vimos la intensidad de la noche paisa), el paseo por la ciudad es agradable (si abstraes el ruido de los coches) y los sitios de interés turístico son bonitos (como las piezas de Botero distribuídas por la ciudad o el pueblito paisa, donde parece que te trasladan a otro lugar...). Sin duda, la inversión narco se realizó de forma correcta.

Y con sol y calor nos desplazamos a Cartagena donde nos han comentado que hace más calor todavía. De la boca de un "negrito" de Medellín (acostumbrado al calor) salió la frase: "En Cartagena te bañas y cuando sales del agua estas sudando otra vez". Te tenemos miedo Cartagena.

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