lunes, 17 de septiembre de 2007

Zona paramilitar: La Ciudad Perdida

Después de pasar 6 días en la jungla rodeados de verde y colores brillantes que lo adornaban aún más; después de vivir el diluvio universal en dos ocasiones con un río al lado de nuestro campamento que rugía, que rompía ramas, que nos quería comer y con una lluvia que caía con violencia sobre nuestras cabezas y que transformó nuestra expedición en una fiesta privada de camisetas mojadas y el camino en el afluente de aquel con partes en las que el agua nos cubría hasta más allá de los tobillos; después de cruzar este furioso río seis veces y de todas las maneras posibles, a través de un cable a más de 10 metros sobre él, sin ayuda siendo arrastrados por él y con ayuda de una cuerda por la incapacidad de hacerlo sin ella debido a que él nos arrastraba al igual que hacía con los innumerables sedimentos; después de saber que los paramilitares tenían nuestros datos personales y que estaban velando por nuestra seguridad**; después de subir 1975 escalones de diferentes alturas (de 5cm a medio metro) que no te dejaban coger ritmo y que te hacían sentir todos los musculos desde el culo hasta el dedo gordo del pie; después de todo eso podemos decir que hemos estado en el sol, llegamos a Teyuna, llegamos a la ciudad de los Tayronas, llegamos a la Ciudad Perdida.
"El sol era un hombrecito feo mal hecho, y le preguntaron: ¿tu quieres ser como padre del mundo? Y el dijo que sí y lo vistieron de puro oro; mochila de oro, gorro de oro, todo de oro, lo soplaron y cuando se levantó, se acabó la noche" Mitología Koghi (Rama de los Tayrona) - Museo del oro de Santa Marta.

La verdad es que después de visitarla puedo asegurar dos cosas: 1.- Todo el sufrimiento ha valido la pena (e incluso ha sido altamente disfrutable). 2.- La Ciudad Perdida está realmente perdida. Las vistas desde la parte central de la misma podrían resumir todo. Por un lado el río que nos ha perseguido durante tantos días continúa sinuoso por un valle en forma de uve. Sus laderas llenas de árboles de diversas clases, todos bellos, todos luchando por su espacio, todos esperando a la neblina que se ve a lo lejos. Por el otro lado, una caida de más de 100 metros habla estrendorosamente y nos hace gritar para comunicarnos. Más abajo los dos únicos lugares habitables en kilometros a la redonda: una casita de madera sin paredes donde dormiremos y la casa del amable guarda (desgraciadamente seguidor del barça).

Las ruinas en sí no son más que terrazas donde ponían los antiguos sus casas y templos. Pero esa sensación de positivismo y libertad que encuentras en otras ruinas de Sudamerica y que también hallas aquí, la vegetación que la adorna y la formidable vista, hacen de la Ciudad Perdida un lugar excepcional.

Hemos tenido también suerte por la gente con la que hemos compartido el treck. Gente de parecida edad, intereses y concepción del mundo con la que no hemos parado de reirnos, más unos amables guías sobre todo Wilson*, ha hecho que este evento sea recordado muy positivamente.

Mención especial en estas líneas merece los días que hemos pasado en la jungla humeda con su fascinante vida salvaje y humana, sus bulliciosos ríos y su magnífica flora. Me marcho con ganas de volver, pero también comprendiendo los peligros de la misma (en varias ocasiones nos jugamos la vida). 100% pura aventura.

Sólo si me esfuerzo mucho, puedo recordar aquellas desgracias que nos pasaron antes de empezar como el "intento" de frenar el ventilador del techo de la habitación de Luiza que podría habernos dejado con sólo tres manos o el error de un cajero de un banco que nos ha dejado tirados otra noche más en Santa Marta.

* Para el que lea esto para recibir consejos, el único que doy es Wilson: un poco desordenado, llegará siempre tarde, pero en lo que se refiere a lo que realmente tiene que hacer un guía, el mejor. Se jugará la vida por ti.
** Los paramilitares aunque se crean extintos, siguen actuando en varias zonas del país. Cuando indagas en la cultura de un país sorprende lo que encuentras: las selvas y la belleza natural de Colombia existen por ellos y por la guerrilla. Al Cesar lo que es del cesar.

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